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ENOLOGIA

LOS VINOS DEL PRIORATO

España: la calidad indiscutida de los vinos del Priorato

La región de Cataluña, situada en el Noreste de España, comprende nueve Denominaciones de Origen. Además de la producción de Cava, a la cual nos hemos referido en otra columna, el área es actualmente reconocida por la producción de "vinos tranquilos" (sin gas) y, además, porque probablemente es la zona de España donde actualmente se efectúa mayor experimentación e introducción de nuevas variedades.

Entre todas las DO hay dos que sobresalen particularmente, tanto por el volumen de producción como por la calidad de los vinos: la DO Penedés y la DO Priorato. Hoy nos referiremos a la última, dejando la primera para otra columna.

El Priorato (llamado en catalán Priorat) es una pequeña y singular área vinícola de negras colinas en las que desde hace ocho siglos se elabora un intenso y profundo vino tinto reconocido por su calidad. Está situada en la parte central de la provincia de Tarragona, en una depresión originada por el desdoblamiento de la Sierra del Montsant en su parte meridional. El cultivo de la viña parece remontarse al siglo XII, cuando los monjes de la Cartuja de Scala Dei, monasterio fundado en 1163, introdujeron este arte en la comarca. Como dato curioso, la leyenda cuenta que el monasterio recibe su nombre de un sueño que tuvo un pastor en el que veía en este lugar una escalera que llevaba hasta Dios. La sumisión de los pueblos cercanos al dominio feudal de la abadía, la mejora de los cultivos y el cuidado proceso de elaboración hicieron que rápidamente el producto cobrara fama con el nombre de Vino del Priorato. Dicho cultivo continuó durante siglos en manos de los monjes, hasta que el estado expropió los viñedos en 1835, quedando entonces en manos de los aldeanos. A finales del siglo XIX, la filoxera hizo grandes estragos en los viñedos, cuyos terrenos fueron replantados además de con viñas, con almendros, avellanos y olivos.

Fue recién en el siglo XX, en la década de los 50, cuando comenzó la replantación de la vid con el objetivo de volver a conseguir el vino de calidad de antaño.

La calidad de las uvas cultivadas en el Priorato se ve determinada en gran parte por las características geológicas del terreno. Es una zona de origen volcánico: su base, llamada localmente "llicorella", está compuesta de pizarra rojiza y negra con pequeñas partículas de mica, que hace que el sol se refleje y conserve el calor. La superficie, de unos 50 cm. de espesor, está formada por pizarra descompuesta y mica. Estas características peculiares obligan a las raíces de las vides a alcanzar la base en busca de agua de lluvia, sustancias nutritivas y minerales.

Otro factor importante es el clima. A pesar de que el Priorato es una zona pequeña de cultivo (19.783 has, de las cuales aproximadamente 1.600 tienen vides), en ella se concentran varios microclimas muy diferentes. Sin embargo, todos ellos comparten como características valores elevados de insolación, clima seco y pluviometría estival escasa, creando las condiciones adecuadas para una sobremaduración de las uvas, con un elevado contenido de azúcares, y la posibilidad de extender el período de cosecha para obtener vinos de "cosecha tardía", los cuales superan con facilidad los 15º y han determinado que, durante muchos años, los vinos del Priorato han sido sinónimo natural de grado, fuerza y color, usados mucho para reforzar otros vinos débiles y para su traslado y venta a granel.

Sin embargo, a principios de los 90, cuando la demanda de este tipo de vinos empezó a caer y creció el gusto por los vinos embotellados, más frescos y ágiles, el panorama vitivinícola de la zona hubo de cambiar, impulsado principalmente por la llegada de unos jóvenes vitivinicultores que revitalizaron el viñedo, aplicaron modernas técnicas de cultivo y vinificación, y elaboraron un marketing audaz en la comercialización de unos vinos renovados, conocidos como "los nuevos prioratos".

Estos cuatro jóvenes (Álvaro Palacios, René Barbier, José Luis Pérez y Carlos Pastrana), recuperaron algunos viñedos centenarios de garnacha, plantaron nuevos viñedos de cabernet sauvignon, merlot y syrah y empezaron a elaborar vinos con una personalidad marcada, concentrados y fuertemente estructurados. Así nacieron los "nuevos Prioratos", con un denominador común: los "clos". Los cuatro originales recibieron los nombres de Mogador, Dolí, L´Obac y Martinet. Hoy esta lista es bastante más larga, pero casi todos se basan en el concepto de los vinos de "alta expresión", sus producciones son escasas y se cotizan a precios muy altos.

La mayoría de los vinos producidos en la región son tintos, y tienen como base las cepas garnacha y cariñena, que les aportan el color púrpura sombrío y profundo, mientras que la adición de cabernet y syrah contribuye a dar el matiz suntuoso. En nariz, sus aromas se identifican con las frutas rojas, el pimiento verde cuando tienen cabernet poco maduro, las hierbas aromáticas y, en los vinos más maduros, descriptores como el café, cacao y especias.

Como mencionamos, la potencia en boca es su principal característica, por lo que pueden resultar poco agradables cuando se comercializan demasiado jóvenes: por regla general, los tintos más corpulentos requieren un mínimo de cinco años desde su cosecha para que sus taninos, poderosos y astringentes, se domestiquen y el vino adquiera suavidad y finura. De acuerdo con la legislación española, los vinos vendidos como Crianza deben pasar seis meses en los barriles de roble y dieciocho meses en botella; los Reservas un año en los barriles y dos embotellados; y, por último, los Gran Reservas, dos en barriles de roble y tres en la botella. Sin embargo, en la actualidad son muy pocas las bodegas que se rigen por esta clasificación, ya que la mayoría de los vinos se envejecen durante unos 18 meses en barricas nuevas de roble, de preferencia francés, guardados en botella durante unos 4-6 meses, y seguidamente colocados en el circuito comercial. Se los conoce como vinos de guarda ya que estarán en su momento ideal de consumo unos dos años más tarde.

Los blancos clásicos, mucho más escasos, se elaboran con las variedades garnacha blanca, macabeo y pedro ximénez. Son abiertamente dorados desde su primera juventud, y poseen aromas de frutas amarillas y maduras, con notas de hierba, manzanilla y flores. En boca son untuosos y frescos, con un paladar lleno de matices frutales y florales. Los fermentados en barricas de roble añaden las notas tostadas, de humo y vainilla.

Como último dato queremos comentar que las dos últimas añadas a la venta (2004 y 2005) han sido calificadas como excelentes, mientras que las dos anteriores (2002 y 2003), como buena y muy buena respectivamente. Para un listado completo de las bodegas y vinos de esta DO, remitirse a www.doqpriorat.org.

Por Susana Martínez Castro/ Turismo 530
susana@turismo530.com

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