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ENOLOGIA

¿ QUE VINO DESEA EL SEÑOR ?

Quedaron atrás los tiempos en que al sentarse el cliente a la mesa de un restaurante, acudía, raudo, el camarero preguntando «¿Qué vino desea el señor: tinto ,clarete o blanco?» Afortunadamente, hoy la carta de vinos acompaña a la de las viandas y, en la mayoría de los casos, el servidor espera a que el comensal selecciones su menú y luego el o los vinos que les vayan a acompañar. Se está poniendo de moda el servicio de tomar el vino por copas, de forma que uno pueda degustar los diferentes platos con otros tantos vinos que a su juicio casan bien. La fórmula es acertada, sobre todo para quienes gustamos tomar diferentes caldos en una misma comida, sin temor a soplar ante el alcoholímetro a la salida del restaurante.
Visité hace unas semanas el restaurante madrileño La Gabinoteca (Fernández de la Hoz 53), singular por varias razones, una de ellas por su carta de vinos, diseñada de forma tal que la personalidad de cada uno elige el vino. Me explico, poniendo mi propio ejemplo. Siguiendo las pautas indicadas, seleccioné la opción «clásico» , desechando «moderno», ello me condujo a indicar mi preferencia, por la Navidad o una verbena, opté por la primera, lo que me puso ante un dilema artístico: Van Gogh o Velázquez, mis preferencias se inclinaron por el pintor sevillano, lo que me abocó a decidirme por jugar al mus o al pocker. No lo dudé un instante, ya que soy muslari de toda la vida (incluso puedo presumir de haber ganado dos campeonatos en la Gastronómica). El resultado final, de esta selección me indicó que el vino que debía tomar era el Viña Alberdi de la Rioja Alta, una de mis bodegas favoritas. Fue un juego ameno, con resultados positivos.

La segunda de las singularidades es que los camareros, cada vez que se acercan a la mesa, se colocan de cuclillas, para hablar a la misma altura que el comensal. La tercera, que la carta esta compuesta por minirraciones, lo que permite degustar cuatro platos por persona. Y, por último, sobre la mesa hay un artilugio con tres botones: pulsando el primero se acerca inmediatamente el camarero más cercano a la mesa, que recibe la llamada en una especie de reloj de pulsera; la segunda es para anular la llamada cuando el cliente está atendido y la tercera para pedir la factura. Perfecto porque agiliza el servicio y, sobre todo, porque el montante de la última pulsación, es mas que razonable.

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