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ENOLOGIA

JOSÉ ORTIGUELA

Sentado en la cafetería Ibiza usa con toda naturalidad vocablos casi en desuso como bocoyes, fudres, pellejos y cántaras (unidades de medida y de transporte ferroviario de vinos), que muchos de los que hoy en día se dicen bodegueros desconocen: «Comencé ayudando en el negocio familiar y, terminada la Guerra, con 13 años, me di cuenta de que la labor de intermediarios entre cosecheros y compradores que hacíamos gratis era importante. Entonces, empecé de comisionista a comprar y vender vino por mi cuenta», recuerda.
Desde el comienzo contó con dos amigos, quintos, de la infancia: Demetrio Ortega y Tomás Alcalde, empleados desde los 15 años en aquella primera empresa ’Vinos Ortigüela’ y que luego permanecieron junto a José hasta su retiro de Campo Viejo en 1993. Dicen de Ortega que es capaz de aventurar, kilo arriba kilo abajo, la producción de cualquier finca de viñedo con una fugaz mirada y de Ortigüela que con él no hay negociación imposible. «Mi primera operación como comisionista fue con Joaquín Lagunilla y Compañía, de Cenicero. Tenía 14 años y aún ayudaba en la botería; gané 6.000 pesetas, pagué unas deudas de mi madre de la época de la Guerra y alquilé un lago a un cosechero del pueblo».
Ahí empezó todo. Ortigüela, con 15 años y una pequeña maleta de madera que le hizo el carpintero del pueblo se trasladó a la Alhóndiga de Bilbao con unas muestras. Le recomendaron que si quería vender vino tenía que contar con un corredor y contrató a Benito Bergua, con el que tuvo mucho éxito enviando fudres desde la estación de Lodosa a la de Amézola (Bilbao). Se hizo un comerciante conocido y en sólo unos meses se plantó en Tolosa y compró almacenes Díaz: «Con 20 años tenía mi bodega de El Villar, el almacén de Tolosa y otra bodega alquilada a doña Pepita en Jumilla». «Ya era -continúa- uno de los vinateros más importantes de España». Unos pocos años después, Ortigüela controlaba el 25% del mercado del vino de Guipúzcoa, cuando se consumían entre 100 y 110 litros por habitante y año [casi seis veces más que ahora]. Fue en estos años cuando «un amigo de la competencia» le presentó a Conchita Tellería, quien hoy es su esposa. «Por eso acabé allí; me gusta La Rioja, mi tierra, pero San Sebastián es mi vida».
En 1957 surgen las primeras conversaciones, promovidas por José Ortigüela y Juan Alcorta, fundador de Aceites Koipe, para crear una nueva empresa y embotellar vino de mesa con un notable grupo de vinateros de Guipúzcoa. Tuvieron que pasar varios años hasta que, en diciembre de 1963, nace la Sociedad Anónima Vinícola del Norte, Savin, en unos pocos años la principal bodega de España. Juan Alcorta fue nombrado presidente y Ortigüela, vicepresidente y director general. «Me costó, pero conseguí que la gran bodega que planificábamos se hiciera en La Rioja». «Nos decidimos por una parcela en el polígono de Cascajos, con apartadero de ferrocarril, y construimos Campo Viejo, cuya gerencia asumió Josecho Bezares, que había colaborado en todas las gestiones».
Campo Viejo pagó por aquella finca 28 millones de pesetas; 40 años después la vendió por 6.500 millones. «¿Qué significó Campo Viejo para La Rioja? Muchísimo. Rioja era conocida por las grandes marcas históricas, pero Campo Viejo en la década de los 70 compraba 25 millones de litros de los 100 que amparaba la denominación. Eran los años de la aparición de los supermercados y llevamos el nombre de Rioja a los hogares». «Bodegas como Campo Viejo, AGE o Berberana -agrega- posibilitamos que hoy Rioja produzca casi 300 millones de litros».
El vinatero siempre ha tirado de instinto: «Si en Navarra helaba, me iba a comprar vino a otras zonas a toda pastilla antes de que se enteraran». Así, recorrió la España vitivinícola en incontables ocasiones. En 1977 recibió la medalla de oro al Mérito Agrícola y, en el 2001, la feria Fenavin (Ciudad Real) le concedió otra medalla por una vida dedicada a la difusión del vino español en el mundo: «El presidente nacional de las cooperativas -recuerda entre risas- dijo en la entrega que Ortigüela tenía más enemigos que Israel». «Era broma: nos queríamos mucho y estoy muy orgulloso de aquellas relaciones».

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