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ENOLOGIA

LA FALSIFICACION DE VINOS DE MARCA

El increíble mundo de los vinos 'chiviados'

Por: VICTOR MANUEL VARGAS

Falsificación de vinos

Los que más se falsifican son los de Francia, pero otros productores ya están sufriendo el problema.

Tal como sucede con las carteras Louis Vuitton, los relojes Cartier o las plumas Mont Blanc, varias de las marcas y denominaciones de origen más apetecidas del mundo del vino son 'chiviadas', sin contemplación, en el marco de un negocio ilícito que mueve más de 3.000 millones de dólares al año.

Y las falsificaciones de vino van desde la burda imitación para la venta callejera, hasta las más sofisticadas y millonarias estafas. (Lea más noticias sobre vinos)

Wine Spectator calcula que por lo menos el 5 por ciento de los vinos de fama mundial que se ofrecen a coleccionistas -en forma directa o en subastas- son falsos.

La lista de escándalos es larga. El año pasado, el magnate estadounidense Richard Koch, uno de los mayores coleccionistas y conocedores de vinos de ese país, demandó a la casa de subastas Christie's por haberle vendido un Château Lafite de 1870 (Burdeos, Francia) que, según Koch, fue embotellado después de la II Guerra Mundial. (Vea un video sobre falsificación de vinos)

Pero, además, por haber 'avalado' la autenticidad de unas botellas Lafite de 1787 que, según un corredor de vinos alemán, pertenecieron al presidente estadounidense Thomas Jefferson. Koch pagó 1.000 millones de pesos por cuatro de esas botellas, y ahora está convencido de que son falsas.

Un 'oso' de 54 millones

No solo los coleccionistas privados tienen problemas. El restaurante londinense Zafferano (una estrella Michelin), vivió un bochornoso episodio por cuenta de un Petrus de 1961 (Burdeos, Francia) que costaba la 'módica' suma de 54 millones de pesos. Un cliente que pidió la botella descubrió que era falsa, y el dueño del restaurante no tuvo más remedio que admitir que lo más probable era que su comensal tuviera razón.

Hay dos formas de falsificar vinos: la sofisticada y la burda. Y ambas tienen varias modalidades.

En el primer caso, se puede cambiar la etiqueta de una añada poco interesante por una muy reputada y, por tanto, más costosa; otra forma es embotellar vinos finos, pero no tan antiguos, en botellas que aparentan tener 100 o más años, y la última, más sofisticada, es hacer hábiles mezclas con vinos nobles, de más de 50 años de antigüedad, para venderlos como piezas únicas, de colección.

Finalmente: ¿cuántas narices y bocas en el mundo son capaces de distinguir la diferencia entre un Petrus del 61 y uno del 45? ¿O entre un Château Lafite Rothschild y un Mouton Rothschild? (Vea otro video sobre falsificación de vinos)

Vendiendo gato por liebre

En las formas 'burdas' se usa desde embotellar y vender vinos prometiendo algo que no son, por ejemplo, diciendo que son de Rioja cuando son de La Mancha (España), hasta otras mucho más 'rudas', como llenar botellas ya consumidas de vinos finos con caldos ordinarios o, peor aún, con mezclas en las que se utilizan colorantes y otros químicos.

Algunos ejemplos. El 17 de febrero, un juzgado francés condenó a varios productores de la región de Languedoc por haber engañado durante dos años a la multinacional estadounidense E & J Gallo con la venta de un supuesto pinot noir que, en realidad, era una mezcla de syrah y merlot. La estafa ascendió a más de 5 millones de dólares.

Y en China, la patria de la falsificación de vinos a gran escala, las autoridades acaban de cerrar 30 bodegas de la provincia de Hebei (nororiente) que estaban dedicadas a producir vinos 'chiviados' y, en algunos casos, usando solo un 20 por ciento de jugo de uva fermentado, pues el resto era agua, colorantes, aromatizantes y otros químicos.

La situación china es tan grave que hay noticia de una red que paga hasta 800 mil pesos colombianos por una botella vacía y en buen estado de una marca cara.

Los vinos franceses son los más afectados, pero los australianos están empezando a sentir el problema, y hasta la reputada viña chilena Montes ya tuvo un caso en el gigante asiático.

Durante años, el tema fue minimizado por las bodegas, temerosas de asustar a sus clientes. Pero cada vez son más las que han decidido pasar a la acción. Códigos que, al digitarse en Internet, dan un historial completo de la botella y de los distribuidores a los que fue vendida, hologramas, sellos de burbuja inviolables y etiquetas con sistemas de seguridad parecidos a los de los billetes, son algunas de las medidas adoptadas.

VÍCTOR MANUEL VARGAS
EDITOR DE DOMINGO DE EL TIEMPO

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