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ENOLOGIA

CAPITULO 28 - VINOS DE ESPAÑA - 09

DO Navarra:
Las mil caras del vino

Se dice de Navarra que es un universo vinícola en miniatura. En efecto, lo que más caracteriza los vinos navarros es, tal vez, su diversidad, dentro de un viñedo relativamente reducido. Diversidad de climas, de suelos, de variedades de uva, de estilos. Vinos de factura tradicional junto a vinos de concepción moderna, casi futurista.

 

La hegemonía de la variedad Garnacha en el viñedo navarro encontró una salida natural -- y muy rentable -- en los vinos rosados, gracias a un grupo de bodegueros que supo levantar la imagen de un tipo de vino en decadencia.

 

Los actuales rosados navarros, frescos y ligeros, alegres y sabrosos, poco tienen que ver con los caldos alcohólicos y con tendencia a la oxidación que imperaban hace apenas diez años.

 

Junto a estos rosados -- modernos pero continuadores de la tradición -- un puñado de elaboradores han apostado por el camino de los tintos -- nada fácil ante la proximidad del gigante riojano -- y de los blancos fermentados en barrica.

 

Algunos elaboradores navarros, como Guelbenzu, Julián Chivite, Magaña, Luis Gurpegui Muga o Castillo de Monjardín, convencidos de las nuevas pautas que marca el mercado mundial de vinos de calidad, han logrado romper en poco tiempo el cerco de los imitadores del rioja.

 

El tirón de la variedad Garnacha pesa todavía en Navarra, ya que la uva representa las dos terceras partes de superficie de viña. La Garnacha navarra tiene poquito que hacer con los tintos para criar. Su talante oxidativo la traiciona.

 

Junto a ella, comparten viñedo las tintas Tempranillo, Cabernet Sauvignon y Merlot, mejor dotadas en el contacto con el roble. Por otro lado, el escalón climático, tan acusado en Navarra, favorece la elaboración de finísimos blancos de calidad, con base habitual de Chardonnay.

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