El científico australiano Paul Chambers sostiene que la introducción de levaduras transgénicas en la fermentación de los vinos no reviste riesgo para la salud si se utilizan las técnicas adecuadas y considera que pueden mejorar la calidad de un vino.
Esta es una de las ideas que este investigador de las células de las levaduras ha defendido hoy en su conferencia "El uso de levaduras modificadas genéticamente en la elaboración del vino", dentro del VI Foro Mundial del Vino, que se celebra en Logroño.
Según Chambers, "las levaduras transgénicas son seguras, siempre que no se les introduzca un gen dañino, que es impensable. Nadie piensa en introducir una toxina horrible a un vino".
Actualmente sólo hay desarrolladas dos levaduras transgénicas, que están disponibles en Estados Unidos y Canadá. En Europa y Australia no, ha explicado el científico, quien desarrolla su actividad en el Instituto de Investigación del Vino de Australia.
También ha precisado que, a pesar de que en Estados Unidos y Canadá las levaduras transgénicas están disponibles, todavía suscitan rechazo, en su opinión, "por una falta de información al consumidor de este tipo de productos".
Por ello, "no creo que las bodegas de Estados Unidos van a utilizar estas levaduras".
La razón, según el investigador, es clara. "Nadie quiere perder la fe del consumidor y entiendo que no quieran arriesgarse".
Chambers ha recalcado que hay algunos desarrollos "fantásticos" en el campo de la investigación de las levaduras, que abren un campo "muy importante" al sector del vino para atender a las nuevas demandas de mercados y los gustos de los consumidores.
Según Chambers, las levaduras transgénicas pueden incrementar el sabor de un mosto, mejorar la calidad de un vino, actuar sobre los aromas, conseguir, incluso, vinos más baratos y otros mejorados, entre otros ejemplos.
Aunque no hay pruebas realizadas en el vino, uno de estos estudios es la producción de levaduras genéticamente modificadas con resveratrol, ha explicado el científico, quien ha calificado de "prometedor" este avance por las propiedades saludables que se le atribuyen a esta sustancia que está en el hollejo de la uva.
También ha defendido la tesis de que los organismos genéticamente modificados "plantean menos riesgo e, incluso, son más seguros" que los procedentes de técnicas tradicionales, aunque no están tan desarrollados en el campo de la alimentación.
Ha citado, como ejemplo, la implantación de los transgénicos en la industria farmacéutica.
Determinadas vacunas y la insulina, por ejemplo, se elaboran a partir de organismos genéticamente modificados y, científicamente, está demostrado que son más eficaces que los procedentes de métodos tradicionales, ha precisado el científico.
En su opinión, la falta de una correcta y suficiente información al consumidor cuando comenzaron a desarrollarse los transgénicos es la causa de la percepción de rechazo que existe entre la población hacia estos organismos.
Para el presidente del Consejo del Mercado del Vino de Estados Unidos, John Gillespie, quien también participa en este Foro, aunque las levaduras transgénicas no suponen un riesgo para la salud, estudios recientes demuestran que los estadounidenses están muy interesados por los alimentos ecológicos y naturales.
Sin embargo, el estadounidense amante del vino es el que lo compra regularmente y exige vinos de alto valor añadido y elaborados con métodos tradicionales, con levaduras no transgénicas. |
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