VINOS
Cada día los vinos producidos en América Latina conquistan más paladares en Europa y los países occidentales, gracias a un nivel de calidad e innovación que nada tiene que envidiar a los productores del llamado "Viejo Mundo".
Puedo dar fe de ello tras haber participado como catador en los que son considerados los tres concursos más importantes de vinos: el International Wine Challenge (IWC), el Concurso Mundial de Bruselas (CMB) y el Decanter World Wine Awards (DWWA). Las medallas conseguidas por los vinos de América Latina serán reveladas esta semana en la Feria Internacional del Vino de Londres (LIWSF, por sus iniciales en inglés), que se celebra entre el 20 y el 22 de mayo. Estos galardones son también una respuesta a las voces que en la Unión Europea temen que los vinos del llamado "Nuevo Mundo", por su mejor relación calidad/precio, desplacen a sus propios productores.
Al hablar de vinos latinoamericanos no sólo nos referimos a los tradicionales productores del cono sur -Chile, Argentina y Uruguay-, sino también a otras naciones menos renombradas, como Brasil, Bolivia y México, que ahora compiten con caldos de muy buen nivel y están ganando mercados. Una tarea seria
Para una bodega, el nivel de calidad de sus vinos se mide en relación con los competidores del mismo segmento, tanto a nivel nacional como mundial, y en ello, los concursos y las medallas son un factor de evaluación y de promoción. A partir del color, el aroma y la textura y con datos mínimos proporcionados por los organizadores, miles de botellas pasan frente a los ojos, la naríz y el paladar de expertos que dan su veredicto profesional.
La tarea de los catadores (degustadores o tasters) exige recurrir a todos los conocimientos y asociaciones organolépticas posibles para evaluar un vino. Sus puntajes se computan luego con los de los otros miembros del panel para establecer un promedio y determinar si el vino catado es merecedor de una medalla. La Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) que regula la mayoría de las competiciones, establece como norma que las mesas tengan como mínimo 5 catadores y un máximo de 7, que los vinos sean servidos por meseros ajenos a los jueces, que no se hable mientras se cata ni se comenten los resultados y que en promedio la evaluación de cada vino dure un mínimo de entre 3 y 4 minutos. |
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