EL MINOTAURO Y ARIADNA - 01
La Historia del Vino - Dionisos: Cap 11
Por: Jaime Ariansen Céspedes - Instituto de los Andes
Ariadna, hija de Minos.
De todas las aventuras de Dionisos, sin lugar a dudas la más trascendente para su vida se realizo en Creta, pero mejor contemos la historia desde el principio para entenderla y disfrutarla mejor. En esa mágica época gobernaba en la isla el inteligente Minos, y como amigo predilecto de Zeus lucia la fama de ser llamado por el gran Hesiodo como "el rey más poderoso de todos los mortales". Con su dulce esposa Parsifae había procreado a dos hermosos hijos Decaulion y Ariadna, y logrado el reconocimiento y respeto de sus súbditos, por lo floreciente de la economía del lugar.
La familia real había fijado su residencia en Cnosos y rendían anualmente un sentido homenaje de agradecimiento a Zeus por tantas dádivas recibidas. Un día solicitaron a su amigo y vecino Poseidón que les enviase un toro para el sacrificio, el dios del mar, hizo surgir de las aguas uno maravillosamente hermoso y blanco como la nieve. Entusiasmado por la belleza del animal, Minos quiso guardárselo para sí y en la ceremonia utilizo una replica, la farsa fue inmediatamente descubierta por Poseidón, quien colérico y defraudado quiso castigar a Minos y no se le ocurrió otra mejor idea que hechizar a Parsifae condenándola a que se enamorara perdidamente nada menos que del toro.
Persifae comenzó a brindar creciente atención y mimos al hermoso animal, hasta que sé convirtió en una enfermiza obsesión, el rey estaba preocupado por que su esposa pasaba el día entero en los corrales del palacio. Hasta tal grado llegó la intimidad de la hechizada reina con el toro que un día sé encontró con la fantástica realidad que estaba embarazada.
El escándalo no estalla hasta el día del alumbramiento, cuando los asistentes contemplaron atónitos una criatura con cabeza de toro y cuerpo de hombre, evidentemente ese monstruo no era un nuevo hijo del rey y era por demás evidente de quien lo era.
El rey Minos, al principio no supo como reaccionar, pero luego comprendió y acepto el castigo divino. Entonces decidido esconder por siempre este infausto suceso.
Después de meditar un plan, envío por Dédalo, que era el mejor arquitecto y escultor de la época. No había nada que su inteligente cerebro no pudiera inventar y que sus hábiles manos no pudieran realizar. Dédalo acudió al llamado junto a su hijo Icaro. El rey Minos lo contrato para construir una prisión en forma de laberinto, lo más perfecto y seguro posible de manera que el que allí estuviera no podría salir jamás. Dédalo cumplió el encargo de construir lo que seria la residencia del monstruo de la vergüenza, el toro de Minos o Minotauro.
El rey de Creta, quedó satisfecho por completo con el intrincado laberinto, pero Dédalo no, por que era prácticamente un prisionero del rey que tenia miedo que el arquitecto revelase el secreto. Un día, mientras Dédalo contemplaba a las aves marinas supo como podría escapar, deberían utilizar las alas de cera que había confeccionado para Icaro, solo tendrían que esperar el momento oportuno.
Minos, guardó como un secreto de estado el origen del monstruo, pero ordenó que cada año bisiesto, siete doncellas vírgenes serian sacrificadas, ofreciéndoselas al Minotauro como homenaje y en recompensa por las ofensas hechas a los dioses del Olimpo.
Como ustedes comprenderán, la ordenanza real no era muy popular y cuando llegaba el día de la ceremonia de sacrificio, las familias y amistades de las doncellas escogidas estallaban en dolor, llanto e impotencia ante el poder del ejército real, que se encargaba de cumplir a sangre y fuego la cruel orden.
Pero todo mal tiene un remedio, y este se llamó Teseo, un día llegó a Cnosos el joven héroe, el justiciero del oráculo de Delfos, el de las sandalias doradas y la espada mágica, el más valiente de todos los guerreros, el que podía derrotar a cualquier gigante o dragón; entonces un simple torito no lo asustaría y más bien se encolerizó cuando recibió la noticia del terrible tributo y más aun cuando fue escogida como una de las doncellas que iban a ser sacrificadas, nada menos que la hermana menor de su mejor amigo. Sin lugar a dudas había llegado la hora de terminar con el cruel ritual. (CONTINUARA)
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