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ENOLOGIA

EL VINO Y LOS TUBOS DE CARTÓN

HEALDSBURG, Estados Unidos - Los puristas del vino desprecian los corchos de plástico y aúllan ante la idea de un tapón de rosca. ¿Qué dirán entonces del vino en tubos de cartón, última invención de una empresa californiana?

La venta de vino barato en cajas de cartón no es novedad. Pero la compañía vitícola Four afirma que sus ’Cabernet Sauvignon’ y ’Petite Sirah’ envasados en tubos en cartón de tres litros constituyen una primicia en el sector de los vinos de calidad en California.

Para el gerente de Four, Larry Leigon, estos tubos son más respetuosos del medio ambiente que las botellas, y menos costosos. Además, asegura que el vino se conserva incluso mejor una vez abierto, ya que la tapa del tubo es más hermética que el corcho.

Leigon considera que las tradiciones también cambian y recuerda que hubo un tiempo en que las botellas sustituyeron a las ánforas.

"El vidrio fue una innovación de los siglos XV o XVI", destaca durante un encuentro en Healdsburg, en el establecimiento del condado de Sonoma (norte de San Francisco) donde se envasan los vinos Four.

"Este tubo también puede iniciar una tradición", dice.

Algunos productores de vino francés son escépticos ante la venta de vinos premium en un tubo de cartón.

"No veo la razón. La gente bebe vino con la comida y pone una botella sobre la mesa. Las cajas de cartón cilíndricas se hacen para la leche", observa Alain Vauthier, propietario del Castillo Ausone en Saint-Emilion, famosa región vitícola de Burdeos (suroeste de Francia).

"Para un buen vino, es necesario un vidrio (de botella) bien oscuro y un tapón de gran calidad. La durabilidad del cartón también me plantea dudas. Aquí tenemos botellas de Ausone 1849 que aún son maravillosas. Eso no pasaría con el cartón", prosigue Vauthier.

"Para vinos baratos que se beben en dos a tres años, sí, se pueden usar tubos de cartón, pero no para vinos de calidad que necesitan guardarse durante 10, 20 ó 30 años", insiste.

Incluso en Estados Unidos hay quienes son prudentes ante la nueva propuesta.

Mark Friedrich, de ’The Wine Shop’, cree que los tubos son perfectos para almacenar y transportar vino, pero pueden quitarle encanto a la ceremonia de tomarlo.

"Si llevas a tu mujer en un restaurante de lujo, ¿quieres que el mozo descorche una botella o retire la tapa?", se pregunta. "Pienso que (los tubos) no llegarán nunca al mercado de alta gama".

Los tubos de Four, de 28,5 centímetros de alto y 13 cm de diámetro, contienen el equivalente a cuatro botellas de vino de 750 ml, de ahí su nombre (Four en inglés significa cuatro), y cuestan 40 dólares al consumidor final.

El vino no está directamente en contacto con el cartón, puesto que el tubo contiene una bolsa interna de plástico. Todos los materiales se reciclan. La fabricación del tubo insume menos energía que la de hacer cuatro botellas y su peso inferior vuelve el transporte menos costoso.

"Creo mucho en el romance entre la botella y el corcho. Me encanta. Y siempre habrá lugar para eso", opina Bill Leigon, hermano y socio de Larry. "Pero no si es a costa del medio ambiente".

Los hermanos Leigon y el viticultor Barry Gnekow esperan a largo plazo comercializar cuatro tipos de Four: dos vinos blancos y dos tintos.

La primera partida de 10.000 tubos lanzada al mercado en octubre se está vendiendo bien, aseguran, y una segunda partida de 6.000 tubos está prevista para enero.

Habrá que esperar qué impacto tiene la propuesta en la escena internacional, donde hará su aparición en la feria comercial ProWein de Düsseldorf (Alemania) a fines de marzo.

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